Derechos Civiles y Políticos




Denuncian actual crisis de los derechos humanos en Puerto Rico 

Yaritza Rivera Clemente, El Vocero 5 de diciembre de 2017


Representantes de más de 25 organizaciones comunitarias, instituciones académicas y profesionales de distintas disciplinas asistirán a la capital federal este próximo jueves para denunciar la actual crisis de derechos humanos que vive Puerto Rico luego del paso de los huracanes Irma y María, los cuales impactaron a esta isla en el pasado mes de septiembre. Véase noticia completa en el siguiente enlace http://www.elvocero.com/actualidad/denuncian-actual-crisis-de-derechos-humanos-en-puerto-rico/article_467dd082-d9df-11e7-9849-63d9257d8539.html
        Véase noticia en el siguiente enlace https://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/masninosencarcelados-columna-2378857/



¿Va la Soberanía de los Estados por encima de los Derechos humanos?: Reflexiones desde Batey Palmarejo.

Escrito por: Odalys Rivera Vázquez
                    Estudiante Graduada de Trabajo Social Comunitario
                    Miembro de la organización COMUNA Caribe



     En verano del año 2008 visité un Batey en la República Dominicana, Batey Palmarejo. Compartiendo una semana de campamento de verano en la Escuelita del Batey, Escuela Anaísa, entendí las dinámicas Dominico-haitianas. El Batey estaba poblado en su mayoría por haitianos y haitianas con sus hijos e hijas, que por la corta edad, puedo asegurar que nacieron en tierra Dominicana. Estos no tenían ciudadanía, incluso las tres maestras de la escuela, tampoco la tenían. La dinámica entre niños y niñas era como la de cualquier niño en un campamento de verano, contento, agradecido, muy respetuoso, traviesos y con mucha curiosidad.

     Había niños muy particulares como Juan y Antonio (nombres  utilizados para proteger la identidad de los menores), quienes eran primos inseparables. El primer día que los tuve en mi salón, al yo repartir la merienda se  escaparon, salí corriendo tras ellos y llegaron al portón de la escuela. El que quedaba justo al lado de la puerta de la casita de David, quien tenía un hermanito de menos de 3 años que siempre estaba desnudo frente a la casita. Incluso lo llegué a ver haciendo necesidades en la esquina de la casa, con la asistencia de su hermano Juan y un cacharro con agua. Entonces, los inseparables primos se me escapaban para darle galletitas al pequeñín. De ahí en adelante la historia es muy personal.

                                 


     Pues sí, les contaba de la dinámica. Llegué a este lugar gracias a Hilda GuerrerA, como prefiero llamarla y al Comité Pro Niñez Dominico-Haitiana y su colaboración con el Recinto de Aguadilla (mi alma mater). Me enamoraron para cruzar el charco y crecer. Tenía una idea de las condiciones discriminatorias a las que se enfrentaban inmigrantes haitianos, pero además, la negación de documentos a la segunda generación de inmigrantes no me hacía sentido, --ya que vengo de una isla con ínfulas de primer mundo y leyes progresistas--. Esa idea de racismo para la que “iba preparada” se materializó cuando niños y niñas comenzaron a llamarse “Haitianos” como forma de insulto. Cuando la hermosa Lovedinde, con su traje azul, quien sí había estado en Haití, nos contaba como preferiría estar allá –en Haití-, y los demás se burlaban. ¿Cómo yo brego con esto?, pensé. Y muchos dirán ahora mismo: “Pues fácil, le explicas que no hay nada de malo con ser de un país, o con ser negra.”  ¡Claro, rompamos el átomo primero querido Einstein! 
     
    En aquel entonces entendí, o eso creo, la magnitud del prejuicio y la xenofobia internalizada, aún en ese espacio de inmigrantes, y  evidentemente me indigné. Me indignó la capacidad de oprimir que tiene el ser humano. Me indignó la forma en que era ignorado, y hasta promovido por el Estado, el racismo. Y ahora, explotó La Atómica, todo un país, y parece que un mundo, dejando apátridas a miles de personas. La Sentencia 168/13 del 23 de septiembre de 2013, del Tribunal Constitucional de la RD, revoca la ciudadanía a TODAS las personas de ascendencia Haitiana desde el 1929 al presente. Si, alrededor de 4 generaciones de dominicanos y dominicanas, con trabajo, casas, familia, cuentas de banco, estudios, vida; serán enviados a Haití, ya que nunca pudieron “regularizar” su estatus.

                                  


     La Constitución de la República Dominicana, al igual que muchos países, NO concede la ciudadanía a las personas por haber nacido en su territorio (Jus Solis), sino por sangre (Jus Sanguinis), o sea que reciben la ciudadanía que tengan sus padres. Extranjeros/as que lleguen al país, deben pasar por un proceso de regularización de su status. El cual duró 18 meses a partir de la sentencia. De esta manera, sus hijos/as serán ciudadanos/as dominicanos/as. Miles de haitianos/as traídos a República Dominicana, como intercambio comercial de los gobiernos para ofrecer mano de obra barata a compañías multinacionales, caen en la categoría de “tránsito”: personas que están de paso en el país… por más de 30 años trabajando la tierra. (Vea Documental “Esperando la Muerte” en Youtube)

     La Sentencia abre la caja de Pandora y recalca que los hijos de inmigrantes llegados a partir de 1929, NO SON CIUDADANOS DOMINICANOS, en el caso de los haitianos, son HIJOS DE NACIONALES HAITIANOS y deben volver a Haití. El Estado de la República Dominicana ofreció transportación gratuita sin riesgo de problemas legales a las personas que voluntariamente “regresaran” a Haití. Inmigrantes recientes están volviendo a su país perdiendo la esperanza de mejor calidad de vida en la tierra vecina. Pero los descendientes de haitianos que han nacido en la República Dominicana, están ahí, en el limbo. Con el miedo de una deportación injusta a un lugar que nunca han visitado, pero tampoco con la posibilidad de continuar su vida regular en el país que los ha visto nacer.

     Un plan de regularización en principio es una buena opción. Si el estado cuenta con la estructura para llevar a cabo ese proceso, pues son miles de personas que aportan diariamente a la economía del país, y no tienen derechos. Así que en ese sentido, es una buena opción para las familias y familias de inmigrantes. Pero se vuelve mezquino y racista cuando la ley establece una fecha retroactiva que abarca 4 generaciones, cuando el proceso es más fácil para un inmigrante español o italiano que para un haitiano, cuando tu apellido es señal suficiente para que retengan tu acta de nacimiento y decir que tu caso será evaluado. Entre muchas otras cosas del proceso, como accesibilidad para los bateyes (lugares de mayor concentración de inmigrantes haitianos en altos niveles de pobreza), el poco tiempo que duró el proceso considerando la cantidad de personas que tendrían que someterse al mismo. Además de las ansiedades, inseguridad laboral, familiar, separación de familias, el racismo institucionalizado y el abuso “justificado” hacia haitianos.

     Luego de que la mal llamada “comunidad” internacional, intenta no inmiscuirse en esta situación, alegando la Soberanía de los Estados, por encima de las violaciones de Derechos humanos, no es para menos que recientemente surja en Texas, Estados Unidos, una demanda de cuatro madres inmigrantes a las cuales se les ha negado otorgar certificado de nacimiento americano a su hijos/as recién nacidos en el territorio.
Entonces, luego del meollo ininteligible que explica esta situación, solo puedo invitarnos a reflexionar, en el Estado, en la identidad, en la injusticia. ¿Va la Soberanía de los Estados por encima de los Derechos humanos? ¿Es una situación de injusticia, racismo, abandono? ¿Es que ya los inmigrantes no le sirven al sistema capitalista y está queriendo segregar aún más las razas?


    No perdamos de vista estas situaciones, ni desperdiciemos los espacios para denunciarlos. No permitamos que se sigan creando precedentes. No perdamos de vista a la humanidad, ni a los migrantes, que ciertamente, son profetas de cambio.

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