El día que el gobierno nos tuvo miedo


El jueves pasado llegué a la casa pasada las 8:00pm. Las nenas aún me esperaban para no perder la costumbre de contarnos como habíamos pasado el día.

Amayha: “Mamá, ¿qué hiciste hoy?”

Siempre he pensado que ellas albergan la esperanza de que dentro de las anécdotas que les cuento, les traiga algo novedoso a sus oídos e imaginación. En ocasiones, les comparto experiencias con mis estudiantes, algo que haya escuchado o leído que pudiera ser positivo, atractivo a sus oídos, pero también que provoque su curiosidad intelectual por el tema. Tengo que admitir que en muchas ocasiones inevitablemente la conversación gira en torno al país nuestro de cada día, aunque ello tristemente no cumpla con los criterios que les mencioné.  

Amayha: “Mamá, volvieron los camiones a Peñuelas y arrestaron mucha gente.”

Eso fue lo primero que me dijo una de ellas. Son estos los momentos en que me doy cuenta que traer algo positivo, novedoso a ellas se ha convertido en casi un episodio de película de ciencia ficción por el contexto en el que vivimos. Pese a esto, créanme que trato de llegar con esa historia a casa.

Yo: “Si, lo escuché Amayha. Había mucha policía”.
Amayha: –“Eso es lo que no entiendo, mamá. La policía se supone que vele por nosotros, esas personas están defendiendo nuestra salud, y la policía lo arresta por eso. La policía también se enferma, ellos tienen hijos, padres, que se enferman.  ¿Tú te imaginas mamá, que ellos algún día tomaran conciencia y apoyaran a la gente?”

Miré a la otra nena y le pregunté:

Yo: “¿Qué tú crees que pasaría Sofia?”.

Creo que no había terminado la pregunta cuando respondió:

Sofía: “El gobierno se embarraría del miedo, mamá”.

Reímos a carcajadas, creo que ellas con su imaginación pudieron revelar una imagen que de alguna manera todos y todas deseamos concretizar algún día “el día en que el gobierno nos tuvo miedo”.  Ese fue el chiste de la noche, el que me permitió desprenderme de todo lo absurdo y tóxico del día, pero fue también la frase que dio pie a esta columna. De ese tema surgió la idea de imaginarnos un país gobernado por los niños y las niñas. Ni les cuento sus propuestas. Eso es tema para una próxima columna. Les dí un beso y las mandé a dormir. Agarré mi computadora para traducirles a ustedes la propuesta de mis hijas tras la frase “El gobierno se embarraría de miedo”. Ciertamente esa frase pudiera albergar múltiples lecturas, de las cuales me circunscribiré a dos por asuntos de espacio. Primero, entender que otro mundo es posible desde la óptica de la niñez. Me cuestiono en qué momento dejamos de tener esa esperanza, en qué momento la perdimos. Para ellas, la ecuación está en unirnos todos en una conciencia colectiva de bienestar y no en el fútil discurso de “que estoy haciendo mi trabajo”, aunque ese trabajo implique un conflicto. Aunque pareciera ser muy corta su edad, está clara para ellas la contradicción entre lo que está llamado a hacer la policía y lo que termina haciendo por órdenes del Estado (Claro está, traigo el ejemplo de la policía, pero esto aplicaría a otros profesionales y servidores del país). Entonces, ¿por qué se nos hace tan difícil a los adultos analizarlo? Segundo, el reconocimiento de que el poder está en la gente. Sentía que ellas no solo habían ponderado donde radicaba el problema, sino que tenían una solución al mismo, que desde su óptica, era una solución simple y se llamaba “unión del pueblo”. Eso es lo único que necesitamos, entonces lograremos que “el miedo cambie de bando, que el precariado se haga visible, que no se olviden de su alegría” como bien dice una canción. Entonces, ese día como nos dice Sofía, “el gobierno se embarrará de miedo” y otro país si será posible. 

Comentarios

Entradas populares